Herramientas para conducir grupos, ¿Qué son?
Gestión de Interrelaciones y Dinamización de Grupos es un modelo que suma herramientas y técnicas de Terapia Gestalt, Mindfulness, Trabajo Corporal sumando el aspecto lúdico y expansivo del juego y el componente vivencial y experiencial de la dinámica de grupo. El cuerpo se convierte en el camino, el mapa y la vía de auto-conocimiento y expresión de vivencias, emociones y tendencias, revelando información valiosa que de otra manera difícilmente se alcanza. La introspección y la reflexión completa este poderoso conjunto de corrientes otorgando un espacio de asimilación e integración de lo experimentado, de centramiento y perspectiva, así como una visión más amplia sobre las situaciones.
El aprendizaje generado a través de este enfoque prepara para el acompañamiento y la transmisión efectiva de contenidos a nivel individual y grupal.
En SALUD CREATIVA ofrecemos este tipo de formación con más de 16 años de experiencia y aplicación que avalan su valor y efectividad.
El grupo y la Gestalt
Interesante vídeo de una conferencia dirigida por Paco Peñarrubia en la que expone los movimientos del grupo, la interacción de la persona a su frente, lo implícito y lo explícito en el grupo, etc.
El instinto de juego
Vídeo tomado de una edición del programa Redes en el que se pone de manifiesto la importancia y el valor del juego como vía de aprendizaje y conocimiento.
El juego y la dinámica de grupo
El juego y la dinámica de grupo son las herramientas principales con las que contamos en nuestras formaciones.
Mediante el juego consciente podemos ver aspectos nuestros y de los demás que a simple vista pueden pasar inadvertidos, de hecho con cualquier actividad que hagamos podemos llegar a conocernos y a conocer a las otras personas si estamos conscientes y somos observadores.
Lo primero que constato cuando propongo jugar en mis talleres de habilidades sociales es que suele haber dos clases de respuestas por parte de los asistentes.
Algunas personas se muestras dispuestas, abiertas y participativas. Otras personas se muestran reticentes y reacias a la propuesta.
El segundo tipo de personas pueden responder con bloqueos internos, malestar interior y/o incomodidad debido a un sentir interno. Cuando percibo esto, suelo entonces hablar abiertamente de lo que está pasando en el grupo y explico cómo empiezan a movilizarse en las personas sensaciones y emociones agradables o desagradables dependiendo de cómo cada persona percibe el juego en base a creencias y experiencias pasadas.
El juego es una excelente propuesta para salir de “la zona de confort”, aquí ya no nos sirven los discursos, ni las disertaciones intelectuales para interactuar o comunicarnos con la otra persona, en este momento es cuando tenemos la oportunidad de expresarnos desde la emoción y el cuerpo, canales de expresión que muchas personas tienen bastantes atrofiados.
Una vez que hemos “roto el hielo” mediante propuestas lúdicas, puedo ver cómo el grupo entra en otro tipo de energía en la que claramente podemos ver mayor vitalidad, apertura, distensión y relajación entre los asistentes, además de ver cómo contactan con la alegría y las ganas de reír.
Este punto es interesante, primero reflejarlo para que las personas tomen consciencia del poder terapéutico y liberador del juego, y luego lo suelo enlazar con dinámicas lúdicas o no lúdicas que sirvan al propósito para el cual nos hemos encontrado.
El juego y la dinámica grupal son excelentes herramientas para desarrollar habilidades y para potenciar la autoconsciencia así como para superar obstáculos internos tales como la timidez o el sentido del ridículo.
El juego y la risa son cosas muy serias!
La humildad y el auto-concepto gestionando al grupo
A la hora de estar delante de un grupo es fundamental y necesario saber dónde nos encontramos internamente, es decir, tener consciencia y humildad para reconocer nuestros recursos, capacidades, actitudes positivas y aptitudes así como reconocer y aceptar nuestras carencias, limitaciones y aspectos mejorables.
Recordemos aquél sabio que dijo «Sólo sé que no sé nada», mientras que casi todos conocemos a personas ignorantes que se creen sabias e inteligentes e incluso que saben de todo.
Tener un autoconcepto claro de uno mismo nos puede evitar frustraciones y experiencias dolorosas.
Si estoy en A y quiero llegar a Z y me pienso que estoy en W, difícilmente podré avanzar fluidamente de A a B.
Tener un contacto sincero con nuestra realidad es la forma más sana de vivir que conozco, tomar la realidad (mi realidad interna) tal como es con humildad y no como yo quiero que sea, me hace avanzar, quizás lentamente pero con pie firme y seguro.
Para mí humildad es saber dónde estoy psicológicamente y emocionalmente o dicho de otra forma, reconocer mis aspectos potenciadores o positivos y al mismo tiempo reconocer aquello que todavía me queda por mejorar.
La aceptación de lo que soy y de dónde estoy es el principio de la mejora, del avance y de la maestría, sea dirigiendo grupos, haciendo tortillas de patatas o jugando al ping pong, por poner algunos ejemplos.
El empleo de la música en los talleres
La música es una herramienta más dentro de todos los recursos y material del que podamos disponer para dinamizar una propuesta, un trabajo o un taller. Una herramienta más, es decir, que si no hay música es igual de viable y factible el desarrollo de la actividad como sucede en sesiones al aire libre sin posibilidad de conectar un equipo de sonido, cuando falla la tecnología o cuando hay apagón!
Es evidente que la música condiciona, potencia un ambiente, genera sensaciones y emociones, pero no es indispensable. Así pude constatarlo por vez primera con un profesor de Psicodrama quien prácticamente dinamizaba todas las propuestas sin música.
Me quedé sorprendida puesto que estaba acostumbrada a mis anteriores formadores que utilizaban recurrentemente la música. Este otro profesor apenas una vez empleó un aparato que además reproducía el sonido bastante mal y flojo!
A veces las personas que lideran el grupo ponen música para llenar, rellenar o tapar el silencio. Está claro que la música motiva pero también sería conveniente, como dinamizadores, estar cómodos o al menos poder permanecer en el vacío/el silencio que no siempre hace falta quitar. Si el silencio incomoda, es debido probablemente a la falta de costumbre y de práctica de estar en él, no es un monstruo que devora gente…
Otro motivo por el cual quien dinamiza pone música, es para callar sus nervios. De este modo lanza la música, incluso a un volumen un poco fuerte o con un tema poco apropiado al trabajo que está desarrollando, y no se escucha ni mira adentro con el fin de auto-gestionarse.
No está mal como estrategia las primeras veces al frente de un grupo pero más adecuado sería escucharse y auto-gestionarse en la medida de lo posible, y poner en marcha la música si es apropiado para el momento.
También hay quien le da sobreuso y condiciona de más la respuesta de los participantes, vamos, que se convierte en una especie de manipulación. Convendría ser conscientes de ello.
Otros dinamizadores están tan acostumbrados a trabajar con música que “no se encuentran” si no la emplean, como si les faltara algo.
El buen uso de la música pasa por tomar consciencia de cómo estamos al ponernos delante del grupo (para auto-gestionarnos en lugar de tapar), cómo está el grupo, cómo es el lugar y los medios con que contamos, qué dirección queremos dar a la actividad. Todo esto son parámetros interesantes a tener en cuenta antes que poner el disco de forma automática.
Información recopilada y artículos redactados por:
José Manuel Torres Sánchez
Mª Rosa Parés Giralt