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¿Cuántas veces has oído que hay que soltar, y soltar qué?

No son pocas las veces que se habla de soltar, de dejar ir lo viejo, lo que ya no sirve, las vivencias, los recuerdos, los patrones, relaciones, etc., que ya no aportan, cosa tanto ardua porque hay quien no sabe lo que significa eso de soltar algo no tangible o desconoce cómo hacerlo.

Para explicarlo se utiliza (he utilizado) el símil de sujetar en la mano un objeto, abrirla y dejarlo caer. De esa misma manera, con esta metáfora se está dando a entender que cuando nos hacemos daño con algo porque lo estamos reteniendo (como el objeto que sujetamos con la mano), hay que dejarlo ir (como abrir la mano y dejar que caiga, en cierto modo que desaparezca).

Lo que no se tiene en cuenta es lo que hay detrás de soltar, por qué no resulta tan sencillo hacerlo. Y es que tras eso que retenemos hay patrones de conducta, estrategias psicológicas, hábitos, ganancias (aunque no lo parezca!), inercia, automatismos, etc. Así que tal vez, con un poco de esfuerzo, algunas veces podamos “abrir la mano” y dejar marchar lo que estamos agarrando, pero lo que hay detrás de ello probablemente siga operativo y vuelva a agarrar!

 

La tendencia de la atención a adherirse a cosas

¿Te has percatado que la atención siempre busca algo a lo cual adherirse? Sí, sí, que la atención no se queda quieta parada como un vigía para cuando haga falta atender a algo. La atención se pega a las cosas, tal cual desde que nacemos buscando irremediablemente por supervivencia la atención de la/s persona/s que nos cuidan, luego explorando el mundo poniendo la atención en todo lo que nos rodea y en el propio cuerpo, más tarde colocándola en los productos de la fantasía, los pensamientos, las ideas, las creencias, las emociones, los sentimientos, las sensaciones, etc. Es decir, la tendencia de la atención es a adherirse a algo, lo que sea, como un pulpo con sus ventosas.

Fíjate y compruébalo. Igual tienes puesta la atención en un pensamiento que en un ruido, una tarea, un paisaje, un contenido audio-visual, la cuenta del banco, planes de fiesta o vacaciones, obsesiones, en una bolsa de pipas, patatas fritas o chuches, aquello que te dijo alguien que te gustó o disgustó, lo que no le dijiste, lo que te hubiera gustado que hubiera pasado, ¿te resulta familiar todo esto? La atención baila de un lado al otro y se pega a eso sujetándolo con fuerza (sobre todo si te rallas o atrapas en ello), como el bolígrafo bien agarrado con la mano para que no caiga. Incluso podríamos decir que agarramos con tanto fuerza según que cosas que pareciera, haciendo alusión al boli en la mano, que este (el boli) se queda incrustado en ella (la mano).

Así que ¿qué tal estar al tanto de cómo nuestra atención se pega al contenido de turno?

 

Detectar el momento “agarre”

Aquí viene el lado difícil, que no imposible. Hay dos aspectos (por ahora son los que tengo identificados) a no agarrar.

Por un lado, los pensamientos, y ahora tiene sentido para mí eso de dejarlos pasar lo cual me parecía una huida de los contenidos que asoman a la superficie de la mente consciente. En realidad, dejar pasar toma sentido desde este no agarrar porque no significa desentenderme, negar, mirar para otro lado, no ver, controlar lo que aparece, sino no engancharme al contenido. Eso para mí es distinto a dejar pasar como si lo que se manifestara no fuera conmigo, más bien se manifieste lo que se manifieste, no permito que la atención se adhiera.

Ese es el entrenamiento, aunque parezca que no quiero saber de los asuntos que vienen, no, insisto, no es eso. Es no dejar que la atención se pegue tal cual podría pegarme a un cuadro, una pantalla, una historia, una discusión, una persona, un suceso, pero no es negar su existencia ni reprimirlo.

Pondré un ejemplo que me ocurría cuando alguien me ofrecía un folleto publicitario al pasar por un sitio. Automáticamente lo agarraba aunque lo siguiente era tirarlo (yo y muchas personas, de hecho debe pasar a mucha gente porque luego se ven muchos folletos tirados). A partir de entonces, decidí no tender la mano y agarrar el folleto cuando me lo ofrecen, y lo he logrado! De esta misma manera se trata de no agarrar con la atención los pensamientos, y las emociones que es la siguiente área que he descubierto en la que puedo practicar no agarrar.

Así que, por el lado de lo emocional, procuro aplicar el mismo procedimiento (bastante más difícil para mí en este campo), lo que no significa no sentir ni experimentar emociones. Significa no retenerlas, no instalar la atención y la energía en ellas sino que duren lo que corresponda sin agarrar, agrandar o achicar.

 

La gran libertad que da no agarrar

Lo que he descubierto al no agarrar o dejar de agarrar (soy una simple practicante del no agarre) es una sensación de gran LIBERTAD, diría casi que la libertad es eso, reside ahí. Y relajación interna.

Y para mí esta es la diferencia que encuentro entre soltar y no agarrar (o dejar de agarrar lo antes posible). Soltar me supone un esfuerzo cognitivo por deshacerme de algo que tal vez estoy agarrando con todas mis fuerzas. No agarrar me supone estar al tanto de no largarme con los eventos convirtiéndome en eso o parte de eso.

Quizá a alguien le pueda parecer una manera de relacionarse con la vida y las demás personas un tanto fría, mecánica o calculada. No, solo que no se pierde la presencia, sigue habiendo consciencia de algo que está sucediendo mientras se interactúa con ello. Para la terminología de quienes hablan de permanecer aquí-ahora, creo que tiene que ver con eso, con habitar el momento, el instante, no quedarse en un espacio virtual en el que ya pasó.

Así y todo, ciertamente y como escribí en el primer párrafo, seguramente puedan haber viejas (y no tan viejas) memorias que despierten pensamientos y emociones, y aún así puedo elegir pegarme o verlas manteniendo la presencia (el centro, o como cada cual le llame).

 

¿Y cómo se hace eso?

Meditación, meditación, meditación, no conozco otro camino.

Y eso que para mí, lo de meditar era algo que no valoraba, tenía mis prejuicios al respecto. A día de hoy, meditar me resulta una tabla de salvación de todo el jaleo de la psique, o sea mente y emoción, una tabla con la cual navegar, tomar cierto espacio respecto a la vivencia de los acontecimientos internos y externos (en realidad la vivencia siempre pasa “dentro” de sí), y rescatarme del naufragio o tempestad en la que me veo no pocas veces sumergida.

Es meditando que desarrollo la capacidad de ver cómo la atención se adhiere a los eventos, de interrumpir ese proceso y reconducirla en el mejor de los casos.

No voy a alargarme mucho más sobre la práctica de meditación de la que ya hemos escrito en otras ocasiones en nuestro blog (https://saludcreativa.com/category/mindfulness-meditacion/), hemos grabado alguna práctica a disposición en el canal de youtube (https://www.youtube.com/c/Saludcreativa), y desarrollamos con todo detalle en los cursos y retiros que facilitamos.

Aquí queda toda esta reflexión: ¿Te das cuenta cómo se pega tu atención a las cosas y te vas detrás con ella?

 

Mª Rosa Parés Giralt

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