La práctica de meditación es como el agua
Comparo, de forma metafórica, la meditación a un vaso de agua para explicar de forma sencilla cómo la práctica puede ser llevada a cabo tanto por la persona que se estrena como para la que es asidua.
Quien nunca antes bebió agua, le puede parece extraña, rara, curiosa. Le puede saber agradable, insípida o tal vez ácida. Puede incluso experimentar sensaciones desconocidas al tragarla y descubrir con sorpresa los efectos que vienen después.
Quien está con sed intensa de esa que hay que beber ya, la ingiere como si todo su ser la absorbiera y se pregunta cómo es que no bebió antes de esa bendita agua!
Quien ya sabía de ella pero se olvidó y la vuelve a tomar, le sirve de recordatorio de cómo era, cuánto bien le hacía y refresca su compromiso para incorporarla de nuevo a su vida.
Quien ya lleva tiempo bebiendo y cuenta con una buena «hidratación», sabe que seguir con la práctica de meditación le ofrece mayor introspección, auto-conocimiento, auto-gestión, comprensión, visión y todos esos beneficios físicos y psíquicos que de por sí conlleva.
Y quién soy yo como practicante de meditación
No soy una meditadora «técnica». Soy una persona que me siento conmigo, me centro en observar lo que emerge (sensación física, emoción, pensamiento, imágenes, etc.), en dejar que esté, que se vacíe, que se autorregule por la capacidad de poner conciencia (energía) en ello.
¡No es magia! Es o puede ser difícil focalizar la atención en lo que aparece, bien porque aburre, no es motivante, desagrada, abruma o provoca cualquier otra sensación que se rechaza.
Es ahí donde reside el «misterio» de la observación en meditación, de quedarse con lo que trae el momento, de la siguiente manera: CON EL MÁXIMO DE PRESENCIA, ACEPTANDO, MIRANDO ESO SIN JUICIO, SIN QUERERLO CAMBIAR, DEJANDO QUE LA ENERGÍA HAGA SU TRABAJO.
Solo hay que probar unas cuantas veces para notar que algo dentro cambia, en el mejor de los sentidos.
Que una calma viene poco a poco a instalarse, que un entendimiento mayor se pone en marcha, que la inteligencia presente en el universo y todas las cosas ejerce su función de equilibrar y reparar, tal cual como cuando nos hacemos un corte y la sabiduría del cuerpo procede a sanar.
Cierto es que hay cortes profundos y enfermedades para los que esa sabiduría no alcanza.
En el caso de la meditación, me voy percatando que a mayor es la capacidad y calidad de presencia al observar, más profundidad alcanza.
No medito para iluminarme (nirvana), ya no. Es una palabra que estuvo en mi boca por tiempo.
Ahora me siento conmigo y me centro en dejar fluir ese estado de conciencia para sanar mis cosas, para verlas con perspectiva, para soltar, para arrojar luz…
José Manuel Torres, formado y practicante de Meditación Vipassana
Tal vez para mí la práctica de meditación es más bien intuitiva.
Para José Manuel Torres, es una técnica milenaria con toda su estructura, sus pasos, su dirección, sus niveles, sus fundamentos.
Por ello, es quien facilita los retiros de meditación, para explicar etapa por etapa la manera de practicar y para generar el ambiente adecuado para las personas ya habituadas.
Será por alguna razón tangible y constatable que cada vez más se habla de meditación, hay más estudios científicos contrastados sobre ella, las neurociencias la validan, se practica en diversidad de ámbitos y se la empieza a ver como la tabla de salvación a la neurosis, el estrés, la locura de la sociedad.
Mª Rosa Parés Giralt