Cómo no pelearme con quien piensa diferente a mí o tiene una opinión que no comparto.
Recién, solo muy recién, caí en la cuenta que muy seguramente puedo permanecer en el corazón, es decir en conexión con el amor, el cariño, la amabilidad, con desear el bien, aún y cuando no coincido con el criterio de alguien e incluso sintiéndome molesta o dolida.
Hasta el momento, me ha sucedido más bien lo contrario. Frente a la diferencia, de mayor o menor relevancia, no han faltado ocasiones en las que se han puesto en marcha la crispación, la actitud defensiva, la argumentación compulsiva, la lucha, etc., alejándome más y más de ese espacio y esa mirada amorosa, de ese puente de conexión conmigo, con lo que soy, con quien tengo enfrente, con su ser que va más allá de sus ideas y opiniones.
Tal vez lo de considerar a la persona con la que estoy en oposición, como una existencia mayor a lo que dice o hace, eso me pilla lejos aún. Pero hacer un pequeño esfuerzo por quedarme en el corazón, sí puedo hacerlo.
Permanecer en el corazón me da paz.
Seguramente como resultado de circunstancias vividas en estos tiempos, por el reflejo recibido de otras personas, también por la práctica de Meditación, Mindfulness y algo de Metta (amor), supongo que vislumbrar esa dirección es algo que ocurre fruto de un proceso, algo que cae solo, que se coloca en su lugar.
Cuando permanezco enfocada en el corazón (amabilidad, fragilidad, vulnerabilidad, compasión…), no experimento tanta rotura, desgarro, desprecio. Puedo seguir sintiendo una cierta paz mientras afronto la diferencia, puedo inclusive mantener fírmemente mi punto de vista, mi criterio, con mucha más calma.
Debe haber personas que ya lo hagan así, para mí es un descubrimiento. Acostumbrada más bien a que lleva razón una persona o la otra, a que es la opinión de una sobre la otra, a que hay que demostrar que algo es así, por raro que pueda parecer, esto me pilla como novedad. Bendita novedad y ojalá me instale en ella!
Por si le resuena o inspira a alguien.
Mª Rosa Parés Giralt