Diferencias entre expresión y queja
Parece que desde los principios de la humanidad, las personas necesitamos expresar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que nos pasa, comunicándolo de muy diversas maneras si bien todas ellas con un mismo objetivo, el de sacar fuera lo que nos ocurre dentro.
Expresar es el acto también por el que damos salida a aquello que nos inquieta, nos preocupa, nos incomoda, nos duele… poniéndole voz de alguna forma, ya sea por vía oral, escrita, artística u otra.
Es decir que mientras se trate de plasmar contenidos personales que exterioricemos de modo genuino, por una necesidad interna de vaciarnos, estaremos expresando.
La queja funciona diferente.
Cuando la queja se convierte en hábito
Hay dos tipos de queja: una que lleva dirección y otra que es un hábito vicioso.
La queja con dirección es la que realizamos cuando nos plantamos frente a alguien, una organización o una institución para transmitir nuestro desacuerdo con una acción, una ley o cualquier otra cosa que no nos conviene, luchando por obtener un resultado a nuestro favor. Por eso tiene dirección, porque está orientada en lograr una meta.
La queja como hábito vicioso es cuando nos aferramos a una idea sobre algo o alguien, dando vueltas alrededor de ella, repitiendo el mismo discurso recurrentemente sin tomar realmente la decisión de hacer algo diferente, de probar algo nuevo, de encontrar una solución o simplemente de aceptar la situación y seguir la vida. Entonces, la queja se convierte en una especie de lugar donde instalarse, en un modo de existir.
Esas son las grandes diferencias entre EXPRESARSE, QUEJARSE CON DIRECCIÓN y QUEJARSE POR VICIO.
Mª Rosa Parés