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¿Alguien se cuestiona si lo que ve, cuenta, describe, es así?

Hace unos días atrás, me vino la imagen de alguien mirando por un caleidoscopio tal cual estuviera mirando la realidad, ¿sabes lo que eso significaría creer que lo ve dentro de ese tubo es la mismísima realidad?

Para quien no recuerde bien lo que es ese aparatejo, se trata de un “juguete” que muchas personas hemos tenido entre manos en algún momento, a través del cual es fascinante ver las formas que se componen al girar la rueda o sacudirlo, cada vez una nueva forma llamativa, curiosa y/o absorbente, a sabiendas que lo que se ve es algo construido, pasajero, cambiante, y sobre todo, ajeno a la existencia más allá de ese tubo mágico.

¿Evidente, cierto, hasta aquí? Alguien que mire por un caleidoscopio sabe que el mundo es otra cosa distinta a las formas que observa dentro del tubo, nadie -se supone- diría “Oh, veo a mi pareja (o ex-pareja, madre, padre, jefa, jefe, gurú, amiga, amigo)” y lo describiría como si eso fuera verdadero.

Entonces, ¿cómo con el “caleidoscopio” mental que llevamos incorporado, configurado a lo largo de los años, con el que vemos todo lo del alrededor y dentro nuestro, sí nos creemos la imagen que se forma? ¿Te has cuestionado esto alguna vez?

 

El caleidoscopio personal, intransferible y que nadie te lo toque!!

Pues sí, todas esas creencias que llevamos encima -seamos conscientes o no, todas esas fijaciones, obsesiones, preferencias, exigencias, vivencias, situaciones, etc., todo ello nos da un patrón como una forma de un caleidoscopio con la cual ver el mundo interno y externo, explicarnos y explicar historias (e historietas), defender un punto de vista frente a otro, tomar decisiones y un montón de acciones más.

A partir de ahí podemos hablar, alagar, criticar, cotillear sobre alguien según la composición de formas y colores de nuestra percepción e interpretación, tal cual haríamos de modo surrealista a través de las figuras compuestas dentro del juguete. Lo curioso es que en este caso no nos paramos a reflexionar si lo que decimos y la realidad son la misma cosa, no nos detenemos en constatar si las ideas que defendemos están sesgadas por la combinación de las piezas de la propia mente.

¿No te apetece apartar un momento el caleidoscopio personal para mirar que se ve? Cosa que puede ser difícil por dos factores.

 

¿Por qué somos ajenos a la realidad?

Un factor es porque nos cuesta tremendamente renunciar al mapa (los refentes) con los que construimos la imagen de todo. Renunciar a ese constructo, quedarse sin defender ningún punto de vista, quedarse en contacto con el momento apreciando -hasta donde se pueda- lo que acontece, entrar en el ahora sin valorarlo con la brújula (caleidoscopio) mental, estar estando como dicen algunos ponentes o estar de modo genuino -lo más genuino posible- eso al personaje que hemos o se ha construido, es decir al ego, le repatea.

Doña o Don Ego sale corriendo a defender su territorio, sea este adecuado o no lo sea, ¡qué más da si el caleidoscopio personal se construyó probablemente en aras a la ignorancia cognitiva!

Así que visto esto, ¿cómo vamos a renunciar a esas embelesantes formas mentales que creemos que son ciertas?

Ahora, pongamos que nos hemos armado de valor y hemos decidido dejar un rato a un lado el tubo de las figuras fantásticas, ¿qué medios tenemos para percibir lo que acontece?

No parece que se ponga mucho mejor el camino en este sentido pues los sentidos son engañosos tal como muestran diversidad de experimentos en este campo. Vienen luego los procesos físicos, químicos, eléctricos que tienen lugar en el cuerpo y que nos devuelven una imagen, un sonido, una sensación, un olor, un sabor, procesos todos ellos que no existen como tales según explica la ciencia sino que son el resultado de esos complejos e increíbles procesamientos de la información que llega al cuerpo o que viene desde su interior como en el caso de recuerdos, imaginaciones, fantasías.

Parece imposible escapar a los condicionantes. Ya lo decían desde tiempos remotos, es imposible observar la realidad tal cual es.

 

Qué tal un caleidoscopio más cercano al universo de la realidad

Dice una cita atribuida a distintas celebridades de la historia, “No vemos el mundo como es sino como somos“.

Me resulta imponente como mensaje. Puesto que no puedo, por mi cualidad de ser humano, captar la realidad en su amplio espectro y hasta su esencia, sí puedo hacer algo para acercarme a ella lo más que me resulte viable y quiera.

Esto requiere deconstruir, gran palabra. Deshacer creencias, renunciar a ellas, a tener razón en esto y lo otro.

Requiere silencio.

Requiere estar como quien está en un balcón frente a un paisaje o escenario contemplando sin más voluntad que esa.

Y entonces, una relación diferente, nueva, más fresca y probablemente más genuina con todos los eventos -los externos y los internos- empieza a darse.

¡Maravillosa relación! Liberadora, carente (o más carente) de ruido mental, juicios, charla o charlatanería.

Fantástico silencio viene a instalarse.

Algo más sabio guía en las acciones y la toma de decisiones. Pues no es un volverse como una piedra sino en un ser humano más vacío de constructos adquiridos y más disponible para el flujo de la vida.

Sigo practicando.

 

Mª Rosa Parés Giralt

 

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