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Acerca de la postura clásica de meditación

Mucho se ha dicho y escrito sobre la clásica postura de meditación pero ¿es imprescindible sentarse en el suelo con las piernas cruzadas de determinada manera, espalda recta sin apoyar contra superficie alguna, para realmente poder ejercitar?

Desde mi punto de vista, no es necesario. Especialmente porque hay personas que deben permanecer en postura yaciente por enfermedad, convalecencia u otros motivos, porque hay personas que su día transcurre en silla de ruedas y en muchos casos no pueden erguir su columna, porque hay también personas que sin padecer ninguna de las anteriores situaciones no se ven o no son capaces, al menos por el momento, de mantener la espalda recta por un periodo de tiempo largo sin apoyarla, tampoco de sentarse en el suelo y menos aún de doblar las piernas.

Frente a las dificultades individuales de cada cual cabría hacerse la pregunta si se puede meditar en otra postura y la respuesta rotunda es sí. La postura no puede ser un impedimento.

Se trata sobre todo de una actitud y una intención más que de una rigurosa colocación.

Así, quien tiene que permanecer con el cuerpo tumbado o necesita apoyar su espalda contra la pared o el respaldo de la silla o le conviene más mantener sus piernas estiradas, puede practicar sin más.

La actitud y la intención a las que me refiero y que conviene desarrollar en la posición que sea, son las de mantener la atención presente, la predisposición a tomar consciencia, a focalizar y atender los procesos que van aconteciendo durante el tiempo de práctica. Es como estar en una posición recta internamente, atenta, aunque el cuerpo no acompañe.

Si es posible de llevar cabo, la postura erguida de la columna ayuda a apelar y mantener la atención despierta además de favorecer la tonificación y el fortalecimiento de la musculatura de la espalda. Pero si no es viable, lo importante es entrenar la actitud de la presencia y enfocarse en el ejercicio meditativo.

 

Lo importante de meditar es la meditación

Al margen de las explicaciones que fundamentan las teorías antiguas describiendo el por qué de colocar el cuerpo en esa forma tradicional, me decanto por ver la postura como algo secundario y la meditación en sí misma como lo principal.

Debería ser más importante para la persona practicante estar al tanto de si se está evadiendo, escapando, distrayendo, inventando historias, cuando medita que una postura perfecta.

Pienso que la meditación tiene que ser una medicina al alcance de todos los individuos cualquiera que sea su condición por tanto, habrá que adaptar las formas a las posibilidades más que hacer del ejercicio de la meditación algo exclusivo de aquellos que dominan su cuerpo.

Empecemos por entrar dentro, por mirar dentro, por escuchar dentro, de la forma más apropiada posible. Luego, si hay opción, perfeccionemos la postura.

Personalmente, meditar sentada en silla (en mi caso puedo mantener la columna erguida sin apoyarla) con los pies contra el suelo me facilita centrarme y experimentar una mayor conexión con el aquí, cosa que sentada de forma tradicional curiosamente no vivo.

Sería buen asunto, para quien puede optar por colocar el cuerpo y las piernas de una forma u otra, explorar y encontrar las diferencias si las identifica, de manera que tenga la oportunidad de notar qué le aporta cada posición.

Como sea, la importancia de meditar no puede erradicar tanto en cómo está puesto el vehículo que es el cuerpo. Esto no tendría por qué ser determinante.

 

Mª Rosa Parés Giralt

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