La crítica cotilla no construye sino todo lo contrario
En una reciente conversación con una persona a la que yo le compartí mi perplejidad porque el grupo de formación del que ella formaba parte no expresaba sus desacuerdos y discrepancias en el aula sino fuera en modo “cotilleo”, esta persona respondió que “Era normal”, que “En todos los grupos pasa”, lo repitió un par de veces por lo menos hasta que yo dije “No es normal”… porque no lo es.
No es normal criticar por un lado y callarlo por otro.
Las personas tal vez se desahogan pero criticando en modo cotilla refuerzan su malestar, su desaveniencia, su enfado, se acaloran aún más y las aleja de la fuente con la que están en desacuerdo. A pesar de ello, no suelen poner remedio sino que vuelven a alimentar los chismes como si fuera la única vía de remedio o como si estuvieran poniendo solución.
Todo lo que se consigue, por lo general, es crear más distancia, división y mal ambiente.
¿Cómo llevas hablar claro, directo, con respeto y auto-responsabilidad?
Uy que faenón salir del hábito de la queja, de la crítica, del chisme, para ir a la/s persona/s con la/s que no se está de acuerdo y comunicar las necesidades, las preferencias, los límites, el malestar. Qué faenón “tomar al toro por los cuernos”, afrontar la situación y dar voz a la crítica con quienes se corresponde.
Es como si prefiriésemos ir “con la cola entre piernas” vaya a ser que alguien se enfade, nos deje de querer o nos haga algún tipo de daño.
De mientras, la situación se prolonga en el tiempo porque realmente no se atiende. Es una falacia creer que despotricando de algo o alguien, eso arregla o cambia las cosas.
¿Qué hace que seamos personas cobardicas, asustadizas, perezosas, huidizas, quejicas? Ah, será eso denominado “zona de confort”, vaya a ser que si hacemos algo diferente las cosas se vayan a mover demasiado.
¿Sabes cómo hablar directo, claro, con respeto y auto-responsabilidad?
Se conoce con el nombre de asertividad y trata de lo siguiente:
Decir lo que quiero decir con mensajes claros y directos, comunicándolos en primera persona del singular (yo, a mí), a quien realmente corresponde, manteniendo el contacto visual, con un tono de voz firme, respetando a la otra persona y respetándome, haciéndome responsable de mi mensaje, mi necesidad, mi emoción.
Es todo lo contrario a cuchichear, desviar el conflicto hacia otros individuos a quienes no corresponde, generalizar, expresar de manera impersonal incluyendo a otras personas o al grupo sin tomar la autorresponsabilidad sobre el propio malestar, proyectar, manipular, evitar, etc.
Sin embargo, se practica poco, parece que hay más costumbre o hábito a no comunicar el desacuerdo o la contrariedad e incluso a hacer ver y expresar lo contrario.
Entrénate en comunicar de manera efectiva y ecológica para tod@s
Poner voz, nombre y apellidos a las cosas -asertivamente- con quien toca, ayuda. Ayuda a cuidarse y a generar un entorno más sano, transparente y real. Ayuda a crear relaciones basadas en la verdad y no en una falsa imagen. Ayuda a no enredarse en cotilleos y situaciones tóxicas que no aportan sino que envenenan. Ayuda a ser como cada cuál es y no otra cosa distinta.
¿Cómo es que ante tanta ventaja nos da tanto miedo expresar? Parece que nos fuera la vida en ello y no es cierto. Por lo general, provoca satisfacción, sensación de cuidarse y de comunicar de forma más armoniosa (ni agresiva ni pasiva). Puede generar momentos de ansiedad al principio, sobre todo si no hay costumbre de hacerlo pero la ganancia bien seguro superar la incomodidad.
Solo hay que entrenarse en romper el hábito de cotillear, la adicción que provoca, la identidad que otorga.
Vale un rato de descarga, de desahogo, pero quedarse atrapada/atrapado allí, es harto estéril.
Mª Rosa Parés Giralt