Al encuentro del punto G
Ayer finalizamos la formación en Risoterapia Integrativa y un alumno, el último en realizar su práctica, finalizó su intervención con un escrito personal acerca de su encuentro con el punto G.
Al inicio de la lectura, supongo que la mayoría nos imaginamos algo acerca de ese punto, hubo risas y suspiros. Más adelante, todo cambió y nos sorprendió.
Esta persona (como a ella le gusta, hablar en femenino haciendo referencia a las personas) se refirió al punto G de GRATITUD y nos contó su experiencia, con detalle y emoción.
Creo que a más de una nos dejó pensativas sobre ello, por ejemplo a mí misma y más todavía al cerrar la formación con la devolución de las (personas) participantes.
G de gratitud!
Prácticamente todas ellas agradecieron la experiencia de la formación, lo que habían recibido, todo lo que se llevaban que superaba sus expectativas, mostraron afecto, cariño. Solo alguna persona, dentro de su devolución hizo algún breve comentario de algo que no le había agradado (menos mal, sería raro que todo fuera perfecto!)
Curiosamente, alguien hizo referencia a un incidente del día anterior que había vivido como una agresión verbal y no supo ver nada más de las 80 horas de clase, los 8 días completos de convivencia, la dedicación y la entrega por parte de formadores, toda la información que se llevaba, todo cuanto se le dijo, toda la intención de ayuda hacia ella.
Por una parte me acordé de mí misma como participante en un cierre de taller de una formación que realicé. Hice algo parecido con el que fue mi formador, supervisor y terapeuta, le solté un «moco».
Luego recordé a algunas otras personas de otras ediciones de nuestra formación que no es que hicieran una devolución tan en negativo ni mucho menos, sino por la demanda de «Más», «Quería más de ti«, algo así como «No fue suficiente la atención que me diste«.
Ser un ser demandante de atención
Es así como he funcionado durante un buen trecho de mi existencia. Es esto lo que identifico también en algunas personas por lo que dejan ver con su actitud y sus palabras.
Para algunas se trata más de demanda de afecto, cariño, como si estuvieran carentes de ello y lo esperan de la formadora. A veces pienso que tal vez transfieren en mi persona la relación con su madre, la ausencia, la carencia, la dificultad o el conflicto que tienen o tuvieron con ella y que proyectan en mí.
Lo pienso también por mi propio funcionamiento en modo carente de otros tiempos y en contraste, porque cuando me siento plena, satisfecha, completa, no espero que alimente mi interior ni la persona formadora ni prácticamente nadie. Lo cual no quiere decir que no puedan haber cosas que no me gusten o no comparta pero no veo a la formadora como «la mala» de la película, es decir, no la hago responsable de mi malestar.
Uf, cuánto me ha costado llegar hasta ahí!! Y por supuesto que a ratos puedo tener tendencia hacia ello pero eps! regresando a mí misma en cuanto me doy cuenta para ocuparme de mi carencia.
De la necesidad a la carencia
Llega ese punto donde el mundo, los demás, no dan a la persona lo que necesita para ser un ser completo, para sentirse bien consigo misma. En realidad no es que el mundo no dé, es que la persona tiene tal pozo que no se llena ni con todo el amor del mundo.
Espera que le venga de fuera eso que no puede rellenar nadie, como si aún fuera pequeña pidiendo y esperando que mamá, papá o la persona de referencia le diga que la quiere, que es importante, que vale, que es grande, que es bonita.
Porque es así como funcionamos cuando tenemos esa herida abierta, ese dolor, ese hueco, esperando y pidiendo como mendigas, aunque seamos adultas, nos hayamos desarrollado en los planos social y material, tengamos nuestra propia familia, etc. En lo referente a la conducta, al campo emocional, seguimos funcionando como niñas pequeñas necesitadas.
La necesidad es real, donde buscamos cubrirla es vital para satisfacerla o para que se perpetúe en el tiempo.
Cuando la carencia se vuelve en contra
Cuando alguien busca que su gran carencia de afecto y auto-estima sea cubierta por alguien diferente a sí misma, está perdida, literalmente.
Cuando alguien aún reprocha años y años después lo que vivió, lo que le pasó, lo que le hicieron, está perdida, literalmente.
Cuando alguien no se hace cargo de su rabia, su dolor, su frustración, su indignación, está perdida, literalmente.
Son personas que viven acompasadas con manifestaciones tales que negatividad, queja constante, baja auto-estima, baja valoración de sí y de las demás, dolor emocional, pena, insatisfacción, sensación de vacío, inquietud, ansiedad, angustia, enfermedad, conductas destructivas, obsesiones, adicciones, etc.
Sanar por dentro
No hay formadora, no existe terapeuta, terapia, técnica, maestra, gurú, ser de luz, dios, truco, para quitar lo que pica por dentro. Puede que unas palabras calmen un rato, puede que una técnica encandile un tiempo, finalmente lo que hay dentro asoma y toca atender.
Las terapias, los caminos, las técnicas, son vehículos para andar el camino que hay que andar hacia la salud emocional.
Finalizo este escrito con la cita «El mundo es un reflejo de lo que somos«. Venga, y esta otra, «El camino es hacia dentro«.
Mi consejo para ti: Ámate, sánate, de verdad, sin trucos, atraviesa tu desierto interior, encontrarás paz y luz dentro de ti.
Gracias Ander Pascualena por inspirarme con el punto G!
Mª Rosa Parés Giralt