A mayor confusión, mayor lío interno
Hubo una vez que me di cuenta que algunos buscadores, filósofos y otros conocidos personajes que anduvieron a la búsqueda de comprensiones, respuestas, conclusiones, revelaciones, tuvieron de adultos una vida un tanto intensa, inestable o atormentada en lo que a lo personal y social se refiere, y ciertos de ellos también en lo que respecta a la prosperidad material.
Me llamaron la atención sus biografías emocionales, las experiencias que habían vivido en la infancia, crecimiento en familias desestructuradas o peor que eso, “educación” condicionante, etc.
No sé si llegué de modo demasiado simplista a asociar el tormento de la adultez, el sentimiento de sin sentido, con las vivencias de las edades tempranas. De hecho, lo vi claro: si de pequeñas las personas crecen en un entorno seguro en el que se sienten arropadas y protegidas, de mayores no experimentan ese vacío, esa confusión, esa inquietud de ¿Quién soy yo? ¿Qué hago aquí? ¿Qué sentido tiene esto (la vida)?
Cada cual tiene su modo de funcionar acorde a sus valores, preferencias, percepciones, interpretaciones, cultura, etc., pero lo de no encontrar sentido a la existencia, me temo que está más relacionado con las propias vivencias.
De personas rotas a personas confundidas
Seguro que el modo en cómo cada persona enfoca las situaciones, su carácter, su inteligencia, etc., tiene una gran influencia y aún y así, pienso que aquellas que crecen rotas tienen más números de sentirse perdidas, confundidas, en crisis. Esta es mi conclusión, esta ha sido mi realidad.
Quizá esté equivocada pero de las personas que he conocido hasta ahora con lío existencial, ninguna había tenido un desarrollo armonioso y equilibrado en sus casas.
Con lo cual empecé a preguntarme si esta crisis mía existencial de fondo, este cuestionar la vida a menudo, tiene más que ver con mis vivencias en mis orígenes que no por un golpe filosofal que me sacudió un día.
El camino no va del sin sentido al sentido
Podría esforzarme en encontrar un sentido a la vida… podría ser que no lo encontrara nunca e incluso que este ni exista.
Para dejar de sufrir esto, el camino que más me acerca es el de rendirme, entregarme a la vida tal cual es como es, el dejar de buscar, el dejar de desear que no sé qué cosa cambie, el dejar de querer a todo precio comprender… A veces aún me pillo en ello, a veces aún entro en ansiedad, a veces aún me siento como un animal atrapado en una jaula.
Cierto es también que muchas veces conecto con paz, que muchas veces intuyo la salida, entro en amor o algo parecido, experimento que todo está en su lugar.
Cuando la comprensión llama a la puerta…
Hoy viví, y sentí, una comprensión: que lo que estoy haciendo en este momento de mi vida, es lo que tiene que ser, no hay otra cosa. Fue así de claro, como si saliera de dentro, como una especie de aparición que se pone delante y no hay duda de eso.
Si escucho y me dejo estar, todo, todo, se pone en su sitio. Se acaba la carencia, la falta de … llega la calma.
No sé si se le llama estar presente, aquí-ahora. Lo que sé es que no es una técnica, que llega cuando algo dentro madura y cae.
Mª Rosa Parés Giralt