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El origen de la energía es indiferenciado

Tiendo a pensar que no existe el bien ni existe el mal desde una perspectiva del origen de la energía, el origen de todo, el origen de nuestra existencia.

Si tomamos un punto en un papel, no es bueno, no es malo, es el principio de algo que puede derivar en cualquier cosa, en una línea que constituye el plano de una catedral o un edificio majestuoso por ejemplo, en una línea en el diseño de una embarcación de guerra o un arma como otra posibilidad.

¿Es el punto bueno o malo?, ¿lleva ya en su origen una dirección predeterminada o puede convertirse en lo que sea?

En las primeras etapas de la fecundación, no hay células diferenciadas, es una masa, como el punto en el papel.

Puede pensarse o creer que luego se instala el alma, o que el alma ya eligió ese futuro vehículo, ese futuro cuerpo, y con ella todo lo que conlleva a nivel sistémico, kármico y más. O puede pensarse que nacemos con todas las opciones, como un abanico, y que por determinadas circunstancias acabamos por desarrollar unas en detrimento de otras.

Si es cierto que ya se nace con el mandato de la maldad o la bondad a cuestas, llevémoslo más atrás, cuando nada estaba diferenciado, cuando todo era polvo de estrellas o incluso antes, cuando solo había vacío o materia condensada. ¿Existía entonces el bien y el mal o es más bien una manera que los humanos tenemos de intervenir en el mundo, como un guión, como un traje, como una funda si se quiere ver así que se enfundó en nuestro ser en los primeros momentos?

Tiendo a pensar que el bien y el mal no existen como algo absoluto, que son procesos que elegimos consciente o inconscientemente en función de las circunstancias en las que nacemos y crecemos, del entorno en el que nos desarrollamos, de nuestro condicionamiento heredado también, de nuestra capacidad de percepción, interpretación y respuesta.

No digo que nazcamos como tablas rasas pero sí me parece que todas las posibilidades están allí y que cada cual opta por aquellas más acordes al personaje (o a los personajes) que se construye, a sus capacidades y cualidades, pero me muestro reticente a creer que existe el bien, que existe el mal como algo definitivo.

La energía es. El punto cero es. Sin más, ni bien ni mal.

Alguna veces cuando logro estar en silencio interno (momentos puntuales en meditación), antes que aparezca contenido mental alguno que se haga figura, en ese momento solo hay ser, sin nada más, sin atributos.

Pienso que es ese momento, esa energía, esa conciencia, la que puede aplicarse en un sentido u otro cuando hay presencia o al contrario, que se manifiesta empleando los canales y los programas mentales y personales cuando no hay presencia, cuando esta es comida, tragada por el personaje (o los personajes).

No me parece que se pueda hablar que el universo sea bueno o malo, que las galaxias, los agujeros negros y todo lo que acontece a esos niveles tenga connotación alguna, intención de hacer el bien o el mal. Más bien hay algo aconteciendo y así, desde esta pequeña relativa condicionada mente humana tiendo a creer que hay una inteligencia que lo sostiene todo.

 

La visión errada de los buenos y los malos

Me parece que el bien y el mal es una especie de invento que nos hemos creado la gente para posicionarnos en un bando u otro, para ver a los demás en un lado u otro, es decir, desde la dualidad.

Propongo verse cada cual con el bien y el mal, con opción a decantarse en una dirección u otra. Personalmente, es algo que aún me asusta y me da vértigo pero que no puedo ver de otra manera.

Dios está en mí. El diablo está en mí. Solo la presencia y el discernimiento me permiten decantar la energía en un sentido u otro, darle una forma u otra, darle expresión de un modo u otro. O dejar que la ceguera interna, la ignorancia provoque que se manifieste de una determinada manera.

Si el universo no es bueno ni malo, ¿por qué los seres humanos deberíamos serlo?

¿No se trata más bien de trascender los condicionamientos para recuperar la pureza del universo manifestándose en cada una de nuestras células, en cada una de nuestras moléculas, en cada uno de nuestros átomos?

Hoy he escuchado que los átomos que componen el cuerpo existen desde hace 13500 millones de años. ¿Podemos creer que el bien y el mal ya existían para entonces o más bien que son historias, patrones que adoptamos en la crianza o que traemos almacenados como un historial pero que en realidad no nos constituyen sino que son una especie de bagaje, nada más?

Ver a las demás personas como un todo, con opción a ser buenas y/o malas, ofrece una visión diferente sobre el asunto.

 

Mª Rosa Parés Giralt

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